miércoles, 3 de julio de 2019


¡Qué bonito es cumplir años!


Cumplir años es cuestión de tiempo. Consiste en esperar a que pasen 365 días para volver a soplar las velas y ¡esperar a que nos den nuestro esperado regalito!

365 días es lo que tarda la Tierra en dar la vuelta alrededor del Sol, así que podemos pensar que esa vuelta es… NUESTRA vuelta alrededor del sol, es decir, nos pertenece.

La cuestión es… ¿cómo esperamos? Podemos esperar quietos o esperar en movimiento.




Yo en mi caso durante estos años no he parado de moverme. Me puse las ruedas por montera y decidí salir a buscar otros horizontes. He estado llevando a personas de residencias grandes, pequeñas, medianas, de interior, de playa, de la  montaña, de la llanada y al final, la tierra tira y  he vuelto a casa.

 Y con gusto he comprobado que, como siempre, estos de Tagore siguen ¡moviendose!

El viernes organizaron una fiesta especial del verano para celebrar los cumpleaños de los/as residentes que han cumplido años desde enero hasta junio. No han sido ni uno ni dos, han sido nada menos que ¡26 residentes cumpleañeros/as! Por lo tanto, la ocasión merecía una buena celebración. 

                                                                                               Y así fue.


Ha sido la  primera fiesta de cumpleaños tras mi vuelta y tengo que decir que me gustó mucho y a nuestros/as abuelos/as parece que también.
Después de merendar, poco a poco mis compañeras y yo llevamos a lo largo del pasillo a los/as residentes que necesitan nuestro apoyo. Por el camino nos encontramos con los/as residentes que pueden ir de forma autónoma. Llegamos a la sala de actividades y ya estaba todo preparado para disfrutar y ¡movernos!

Decoración veraniega, sombreros, flores, música del verano… y ¡juegos para divertirse!
Jugaron a los bolos y a rescatar patos y lo pasaron en grande. Tengo que confesar que pude ver alguna que otra trampa pero siempre desde el cariño y la “chufla” que caracteriza a nuestra familia de Tagore.

Entre tirada y tirada de bolos los/as cumpleañeros/as recibieron un pequeño detallito hecho con mucho cariño y amor. Además, para llevar mejor el calorcito repartieron sorbete de limón que hizo las delicias de los presentes.

Como os podéis imaginar fue una tarde muy divertida y amena y por supuesto no faltó el Cumpleaños Feliz para todos/as los/as cumpleañeros/as.

Cumplir años es un motivo de celebración, da igual el número de velas que pongamos en nuestra espalda, envejecer es bonito, es sano, es natural…

Cumplir años nos hace tener recuerdos, vivencias y la mochila cargada de emociones, momentos, personas… que nos hacen ser quienes somos para lo bueno y lo malo.

Por eso, a mí no me asusta seguir sumando velas y ponerle años a estas ruedas, lo que me asusta es no vivir esas velas con la intensidad que se merecen.

Cumplir años es vivir. No es sólo añadir años a la vida, sino de dar vida a los años. Cumplir años es un regalo.

Recordad que la Tierra necesita un año entero para dar la vuelta al Sol, así que aprovechad ese valioso tiempo que os pertenece y dad la vuelta a vuestro mundo.

Aquí os dejo un vídeo que os recomiendo porque explica muy bien esto de los años!!






domingo, 2 de marzo de 2014

Bendita música


Soy una silla de ruedas y vivo en Tagore desde que abrió sus puertas en 2009...

La semana pasada hubo una fiesta en nuestra residencia y como en todo buen evento, hay dos cosas que no pueden faltar: 

     el chocolate y la música.

Yo pensaba que no me iba a tocar, pero cuando una de las responsables cogió por banda a María, la sentó encima de mí y nos sacó al centro de la sala, sabía que ya no pararía en toda la tarde.

Primero fue María, después Antonio, después Jimena y así, uno detrás de otro iban saliendo a bailar mientras las piezas musicales se sucedían. Mis ruedas giraban y giraban a la vez que escuchaba como todo el mundo cantaba. Los residentes, los responsables, los familiares…!allí todo el mundo participaba!

Como soy una silla de ruedas muy eficaz, a la vez que bailaba observaba las caras de los residentes y si algo destacaba en todos ellos eran sus ojos brillantes y sus sonrisas.

Hicimos un recorrido por el pasodoble, el tango, la rumba, el bolero, canciones tradicionales y alguno se animo hasta con un rock and roll

¡Fue mágico!. Ellos estaban encantados y yo, agotada pero feliz.


Dicen los señores que entienden de esto que la música influye en el estado de ánimo de las personas. También dicen que nuestro cerebro es capaz de asociar melodías con situaciones vividas y traer al presente momentos que estaban guardados en la memoria.

Dicen que estos mecanismos son extrapolables al uso de la música como herramienta terapéutica. En función del tipo de enfermedad o trastorno de la persona, la música debe adecuarse a una serie determinadas características con el fin de conseguir efectos positivos en las personas mayores.(Esto lo trabajamos mucho en nuestra residencia)

Cuando nos hacemos mayores sufrimos una serie de cambios que afectan a nuestro bienestar psicológico y emocional. Perdemos, por ejemplo, calidad sensitiva, sufrimos desequilibrios o disminución en los movimientos, cambios cognitivos, nuestra memoria y la rapidez de pensamiento pierden fluidez…

La música puede ayudarlos en gran medida. Así, escuchar y cantar canciones populares de nuestra juventud ayuda a movilizar nuestras emociones y a recuperar nuestra identidad. De igual manera, el reaprendizaje de canciones olvidadas y la participación en los distintos juegos musicales con contenidos lingüísticos estimulan nuestra memoria y nuestras habilidades cognitivas. 

Las dinámicas con instrumentos musicales también ayudan a estimular la capacidad de atención y las habilidades motrices de coordinación.  Las actividades de expresión corporal con música son útiles para estimular el movimiento y el ritmo interno. En definitiva, la música puede ser un perfecto medio para la rehabilitación, la prevención de diversos efectos del envejecimiento o rebajar los niveles de agitacion. ¡Ahí es nada!

Y yo que soy un poco como Santo Tomás (ver para creer) puedo aseguraros que es completamente cierto y que pocas veces he visto “medicinas” tan eficaces y que produzcan un efecto tan “placebo”…

Os dejo con un clásico que seguro conocéis y que en Tagore nos encanta. ¡que lo disfrutéis!






sábado, 21 de septiembre de 2013

Para que no me olvides...

Soy una silla de ruedas y vivo en Tagore desde que abrió sus puertas en 2009...



21 de septiembre, día mundial del Alzheimer y como no podía ser de otra manera Tagore, yo  (que soy una silla de ruedas muy de destacar fechas importantes) y nuestro blog queremos enviar mucha fuerza y mucha energía a todas aquellas personas que de un modo u otro tienen algún tipo de relación con esta enfermedad.

Familiares, cuidadores, médicos, enfermeros, auxiliares, investigadores, terapeutas, psicólogos  acompañantes, laboratorios, empresas de servicios y un largo etcétera…

“El Alzheimer les hace olvidar, pero vosotros veláis por sus recuerdos”

                                    




Rebuscando por la red (soy una silla de ruedas muy adelantada a mis tiempos) he encontrado varias páginas interesantes que nos pueden ayudar a informarnos más sobre la enfermedad.



Ah!!!

 Y un video que quiero compartir porque me parece que lanza un mensaje muy sencillo pero fundamental: 

                                    “No me olvides”.

(Ahora os dejo  porque tengo que acompañar a una de mis abuelas a buscar algo que no sabe qué es pero que sabe seguro dónde está…)  ale, allí que nos vamos.


Nos vemos en el siguiente post!!!





Para que no me olvides...

martes, 18 de junio de 2013

No ando y no ando

Soy una silla de ruedas y vivo en Tagore desde que abrió sus puertas en 2009...

Desde que Remedios nos dejó, Pablo no ha vuelto a ser el mismo. Cuando le dijeron que Remedios ya no estaba lloró, lloró, lloro... Después dejó de hablar y luego ya no anduvo. Remedios y Pablo eran uno de los matrimonios que vivían en mi resi desde hace un par de años.

Ahora ya habla pero no va a volver a andar. Dice que para él no tiene sentido la vida, que su vida era ella.


Dice  que agradece que nos preocupemos por su salud pero que no merece la pena que nos esforcemos ni el personal  de enfermería, ni el equipo de estimulación ni la dirección general de Tagore, ni Franco si volviera (eso dice). 


Que no anda y no anda. Menudo es Pablo.


Después de la cena yo le llevo muchas veces hasta su habitación y mientras espera a que le acuesten le acerco a la ventana, mira al cielo y en bajito, para que nadie les oiga, habla con Remedios y le desea buenas noches. Luego se despide y siempre le dice que si ve a Dios, le diga que el aquí lo tiene todo hecho y que si tiene a bien, a él ya le gustaría irse.

Que los hijos ya son grandes y que no le necesitan pero que él a ella le necesita tanto como el primer día y por eso, como mejor estarían sería juntos.  

Dice que estando los dos en el cielo les sería muy fácil ir a todos esos sitios que no fueron: a la plaza roja, a la muralla china, a Australia o a las Vegas. A mí me da mucha pena y por eso intento ser una silla cómoda aunque sé que no le estoy haciendo ningún favor porque lo que Pablo tiene que hacer es andar y sobreponerse en lugar de aislarse y seguir deprimido. En fin qué le voy a hacer, soy una silla de ruedas demasiado sensible.

Dicen los estudios que la sociedad actual sabe muy poco de las emociones de los adultos mayores, menos aun si están institucionalizados y menos aún cuando enviudan dentro de una institución. Yo no sé de estudios de esos pero si sé de la pena de Pablo y de que no hace falta ser muy observador para ver como su corazón se ha roto al quedarse sólo.

La verdad es que cuando un residente nos deja, todos nuestros esfuerzos se centran en que su pareja viva un duelo lo más digno posible. Es cierto que nadie puede “vivir la pena” del que se queda pero si  se puede acompañar en el dolor y “sentir en común”. Yo creo que hay cosas que se pueden hacer: acompañar, comprender, escuchar, aconsejar y animar desde la sinceridad y el respeto. Lo normal es que las personas mayores sufran deterioros en sus sentidos e incluso a nivel cognitivo o motor pero eso es una cosa y otra es que “como ya son mayores poco se puede hacer”. Trabajar en el mantenimiento de las capacidades y la conservación de la autonomía, aun en el periodo de duelo es fundamental para la persona.

Ya sé que este post ha sido un poco más triste que el anterior… pero como silla de ruedas que quiere a sus residentes, me da un poco de cosa no volver a ver a Remedios. Ya sé que cuando uno trabaja con este colectivo tiene que ser fuerte, pero eso no quita para que tenga mi corazoncito… y me duela su  ausencia.  

                Hasta siempre.


                                                                              

lunes, 25 de marzo de 2013

GENERANDO MOVIMIENTO


Soy una silla de ruedas y vivo en Tagore desde que abrió sus puertas en 2009...

Aun tengo resaca. Resaca de bizcochos, chocolate, música y fiesta. La semana pasada Tagore cumplió cuatro años y parecía que todo el mundo se había vuelto loco. Ya sabéis que soy una silla de ruedas muy observadora así que me pasé toda la semana viendo las cosas que pasaban.

Lo primero que hicieron fue “lavar la cara a las puertas” y cambiar las fotos de los residentes por unas que se hicieron el mes pasado. Muchos tenían fotos de cuando eran jovenzuelos y dice el personal del centro que los recuerdos no se deben perder (son tu vida) pero que tampoco puede uno anclarse en ellos y no vivir el presente. El presente es el que es y seguro que en cada faceta de la vida se pueden extraer cosas bonitas de él.

Así que se pasaron varios días pon foto, quita foto, metro pa rriba, metro pa bajo puerta por puerta, poniéndolas bonitas. Ahora están super aparentes.

Luego llegaron dos señores con unas bicicletas estáticas y dijeron que este año va a ser el de la gerontogimnasia y que hasta yo voy a darle a los pedales. Glup, que no me pase nada…

También estuvimos toda la semana haciendo molinillos de papel de cientos de colores y en cada papel ponía una frase que yo no entendía: “generando movimiento”. No entendía por qué ponía lo del movimiento si el papel estaba pegado con un cello a una pajita y  no se podía mover…

Después ya me enteré.  El viernes hubo una conferencia para familiares y profesionales en  la propia resi (la comunicación en la persona con demencia) y la directora de Tagore en la presentación de la charla, explicó que los molinillos de viento querían simbolizar el movimiento  que se puede generar en una institución de mayores lejos del pensamiento de que lo único que pueden hacer los residentes es estar “aparcados”.  Esto del “yayoparking” es una cosa que en Tagore no gusta ni un poco y creo que lo de los molinillos de viento es una manera de decirle al mundo que el movimiento se puede y se debe generar.

Particularmente, como silla de ruedas experimentada en instituciones residenciales creo que es fundamental alimentar el cuerpo pero de igual manera es absolutamente fundamental alimentar el alma y esa es la parte más difícil y de lo que ya hemos hablado en algún otro post. ¿Imaginas que sería de un niño al que no estimulas, al que sólo das de comer, le mantienes limpito y controlas sus horas de sueño?, ¿qué sería de él?  Pues esto es parecido. De acuerdo que el niño a través del estimulo se desarrolla, pero los mayores a través de estimulo previenen el deterioro…

Luego los de la radio se enteraron de que estábamos haciendo todas estas cosas y que además íbamos a tener actuación de música y humor y nos llamaron para “cuscusear” un poco qué andábamos haciendo. Me gusto mucho cuando escuche la entrevista porque la chica que hablaba (que me la cruzo mucho por los pasillos de Tagore) decía que lo que hace falta para sacar adelante un proyecto “movido” es sensibilidad y técnica y sonrisas. Y de eso yo tengo mucho. Después la locutora felicitaba al personal por lo mucho que se implicaban en su trabajo y yo me sentí muy orgullosa de ser una de las sillas de ruedas del equipo de Tagore.




En fin, que la “semana grande” de Tagore ha sido todo un éxito y yo estoy encantada de haberla vivido junto a ellos. Esta gente es un placer.

Hasta otra!!!











martes, 22 de enero de 2013

Ilusión, divino tesoro



Soy una silla de ruedas y vivo en Tagore desde que abrió sus puertas en 2009…


Mira que el personal del centro prepara actividades para que la Navidad sea una época llevadera pero aun así, son días delicados. Las visitas son más numerosas y muchos de los residentes se encuentran más acompañados pero tú notas como esos días sus caras son un poco más inexpresivas.  En fin. Yo como silla de ruedas que vive en Tagore quiero lo mejor para  mis residentes y por eso en mi carta a los reyes magos incluí dos cosas que creo que  son de lo más importante en la vida pero más si cabe en un centro residencial: ilusión y motivación.

Dice el refranero popular que la esperanza es lo último que se pierde pero yo creo que más necesario que no perder la esperanza es no perder la ilusión. Porque la esperanza supone “esperar”, esperar a que algo pase…o no pase, pero cuando hablamos de ilusión estamos hablando de una actitud ante la vida y ante las cosas. La ilusión tiene que ver, según lo ve esta humilde silla, con cómo se vive esa esperanza.

Cuando alguien interna a un familiar en una residencia no sólo espera que cuiden de su “cuerpo” sino que también,  en mayor o menor medida, de su “alma” y sin quitarle en absoluto valor a la labor asistencial que se hace, que tal vez sea la más tangible, (aseo, alimentación, medicación, controles, etc… creo que lo más difícil es cuidar el alma, porque no se ve, porque no se nota y porque el alma, nadie sabe donde está…

Creo que lo primero para poder “conectar” con la persona mayor es encontrar un punto de conexión, algún tipo de estímulo al que la persona responda y nos permita llevárnoslo “a nuestro terreno”. Todo vale: música, pintura, conversación, contacto corporal, contacto visual, juego, fotografías, nuevas tecnologías, actividades domésticas, bricolaje… todas las personas por muy reacias que parezcan se rinden ante algo.

Esta labor no es fácil. Hacen falta muchas dosis de observación, empatía, comprensión de la situación y circunstancia de la persona mayor así como estar muy alerta en todo momento porque cuando menos te lo esperas, el residente te da una pista de por dónde pueden ir los tiros y una vez encontrado el estímulo que funciona ¡halehop! Ya se puede empezar a trabajar con ellos y hacerles participar.

Una vez encontrado el estímulo y ganada su confianza, es posible plantearse un plan de acción permanente y continuado que aborde aspectos relacionados la actividad física y con la actividad cognitiva.Yo entiendo que una de las cosas más difíciles es mantener la Ilusión por levantarte cada mañana y tener algo que hacer, alguien a quien ver (no hablo ya de familiares sino de compañeros de centro) ilusión por contar y por compartir. Ilusión por ver qué pasa hoy. Y digo que creo que es muy difícil porque la sombra del sentimiento de soledad y la depresión son dos grandes enemigos que no dejan de acechar…

En Tagore creo que se han planteado hacerle frente a la soledad y a las depresiones. ¿Armas?  Imaginación, sonrisa, dulzura, creatividad, cariño, comprensión, constancia y técnica. Seguro que día a día van a ir ganando pequeñas batallas...!pues anda que no son cabezotas!

Y ahora os dejo que parece que parece que ya hay movimiento de platos y seguro que mis abuelos se van a empezar a poner nerviosos!!!

Os dejo con un montaje de fotos que seguro os gusta...!A disfrutar!




martes, 23 de octubre de 2012

DICHOSO TÚ QUE TE QUIEREN

Hola, soy una silla de ruedas y vivo en Tagore desde que abrió sus puertas en 2009…



Yo que he recorrido mucho mundo, sé que la vida en una residencia no es fácil. Todos y cada uno de los residentes que conozco viven esperando. Esperando a que vengan a verles, esperando al fin de semana para salir con su familia, esperando a las vacaciones para que vengan los nietos, esperando a que suene el teléfono para hablar con sus hijos, esperando, esperando… y gestionar la espera no es fácil.
Cuando uno lo ve desde fuera, no puede imaginar lo importante que son las visitas para los residentes. A medida que pasa el tiempo sin que nadie les vea sus rostros se vuelven más inexpresivos y sus ojos se pierden más en la distancia. 

Cuando la semana pasada Bernardo se despidió de su hija con un gran abrazo y un sonoro beso, éste se dirigió al comedor de la residencia con una gran sonrisa. Fue entonces cuando una de las residentes, Juana,  se le acercó y mirándole con una profunda pena, le dijo:
-Dichoso tú que te quieren. A mi hace meses que ninguno de mis hijos viene a verme.
Bernardo sonrió y le contestó:
-Cierto, mis hijos me quieren mucho y vienen a verme casi cada tarde. Seguro que tus hijos también te quieren pero no tendrán tiempo de venir…ya sabes, tendrán que trabajar y cuidar de sus familias.
-Seguramente sea eso, el trabajo, los niños…
Y con paso lento y la mirada  perdida  Juana  buscó la compañía de una de las auxiliares  para ir al comedor. Yo iba también por el pasillo llevando a Tomas y cuando llegué a su altura, escuché como Juana le preguntaba a la auxiliar que le acompañaba:
-¿Tienes hijos?
-Si, contestó la auxiliar. Dos niñas.
-¿Y las ves?
-Claro Juana, las veo todos los días. Son pequeñas y aun viven conmigo.
-Dichosa tú que te quieren. A mi hace meses que ninguno de mis hijos viene a verme…
-La auxiliar acarició con ternura la blanca cabeza de Juana y en voz bajita le dijo: Seguro que tus hijos también te quieren pero no tendrán tiempo de venir…ya sabes, tendrán que trabajar y cuidar de sus familias.
Seguramente sea eso, el trabajo, los niños…Y con paso lento y la mirada  perdida Juana y la auxiliar siguieron caminando hacia el comedor.

Creo que a veces nos falta cierta sensibilidad con las personas que tenemos internas. Es cierto que a los familiares en muchas ocasiones les falta tiempo hasta para respirar, pero es que a los residentes lo que les sobra es tiempo. Tiempo para esperar… No quiero con esto hacer sentir mal a nadie, sólo soy una destarlada silla de ruedas, pero  os puedo asegurar que cuando llegan las horas de las visitas, las miradas de todos los residentes se clavan en la puerta de entrada…para ver si hoy si, vienen a verles. 



jueves, 12 de julio de 2012

Algo más que palabras...



Yo, como silla de ruedas que quiere a sus usuarios,  me preocupo cuando veo que alguno de ellos no puede comunicarse con los demás.

(La incomunicación es una de las primeras y más importantes consecuencias de la demencia y  no se trata de que no tengan nada que decir, se trata de que ellos no pueden expresarse de manera normal y de que nosotros, no les podemos entender!!)

Por eso a veces cuando no tengo que trasladar a ningún residente, buceo en los libros y en las redes para ver si encuentro soluciones. Ah! Y también trato de escuchar al personal de la residencia cuando habla del tema (lo que sabe esta gente…)

El otro día escuche una conversación muy interesante que comparto con vosotros y que tenía que ver con una cosa que llaman Terapia de validación.

La Terapia de Validación fue descrita por Naomi Feil  (1993) como una terapia para comunicarse con ancianos diagnosticados de Alzheimer y otras demencias y se convirtió un elemento central para todas las terapias humanistas.

La Terapia de validación se identifica como la provisión de un alto grado de empatía y un intento de comprender el marco referencial  de una persona,  con independencia de su perturbación.
Empecemos por el principio. ¿En qué se basa esta terapia?
 Uno cuantos principios fundamentales:

·         Todas las personas son únicas y deben ser tratadas como individuos.
·         Toda persona es valiosa independientemente de su grado de desorientación.
·         Hay motivos, no visibles claramente, detrás de la conducta de los mayores desorientados.
·         La conducta en la vejez no es solo en función  de los cambios  anatómicos cerebrales, sino también una combinación de cambios físicos, sociales y psicológicos.
·         Los mayores no pueden ser obligados a cambiar sus conductas, solo si la persona desea cambiarla.
·         Los mayores deben ser aceptados sin críticas.
·         Cuando falla la memoria reciente, los mayores tratan de restaurar el equilibrio  de sus vidas al recuperar los recuerdos mas antiguos.
·         Los sentimientos  dolorosos disminuyen si se expresan, se reconocen y se validan  por un oyente. Así como los sentimientos dolorosos que se ignoran o reprimen adquieren fuerza.
·         La empatía aumenta la confianza, reduce la  ansiedad y restaura la dignidad.

¿Y en que consiste?

1-     Centrarse en el individuo a validar.
2-     Usar palabras agradables para crear un clima de confianza.
3-     Parafrasear su discurso.
4-     Imaginar lo opuesto.
5-     Recordar el pasado.
6-     Mantener contacto visual cercano.
7-     Usar ambigüedad en pronombres tales como el ,ella, los , cuando no se entiende lo que dicen.
8-     Usar un tono bajo, voz clara y cariñosa.
9-     Observar y comparar movimientos y emociones para establecer relaciones verbales y no verbales.
10- Vincular la conducta con la necesidad humana no satisfecha.
11-  Usar e identificar el sentido preferido por el paciente.
12- Mantener contacto físico, si se deja.
13- Usar música para desencadenar recuerdos  del pasado y  emociones gratificantes.
Y se ha comprobado que esta técnica es beneficiosa porque:
-         Restaura la autoestima
-         Reduce el grado en que los pacientes se aíslan del exterior
-         Promociona la comunicación y  la interacción con otras personas
-         Reduce el stress y la ansiedad
-         Estimula el potencial residual
-         Facilita la independencia el mayor tiempo
Bueno, yo la he empezado a aplicar y la verdad, me está dando buenos resultados y por supuesto, la recomiendo.

lunes, 11 de junio de 2012

El ladrón de recuerdos

Hola, soy una silla de ruedas y vivo en Tagore desde que abrió sus puertas en 2009…



Dario ha vuelto a ser como un niño. El niño porque aun no ha aprendido y Dario porque  ya lo ha olvidado.
El niño porque aun no sabe hablar y Dario porque ya no sabe cómo se usan las palabras.

Vive en una casa que cada día le parece distinta con una mujer de pelo claro que siempre le sonríe y le pregunta: papa ¿cómo estas hoy? y él le sonríe pero no le dice nada, porque no le sale nada.
A veces su hija se sienta con él y le pregunta ¿te acuerdas de cómo se llama esto?¿y de esta foto? y él le mira y sonríe...y entonces ella se marcha. Yo creo que se va a llorar porque al rato vuelve con los ojos húmedos, le da un beso en la frente y le acaricia la cabeza con su mano.

Hace siete años  a Dario le diagnosticaron mal de Alzheimer, una enfermedad neurológica degenerativa que le provoca la pérdida progresiva sus  facultades intelectuales y con el tiempo, biológicas. Los médicos aun no saben de dónde viene (ni su Alzheimer ni el de nadie) y también dicen que no tiene cura. Dicen que es un proceso degenerativo de unos 10 años.

Al principio Dario tenía pérdidas de memoria de cosas que habían pasado hacía poco tiempo y también se le olvidaba el nombre de sus nietos o la calle donde vivía su hija. Luego se perdió un par de veces (por eso lleva una pulsera con su nombre y un teléfono).
Después empezó a no poder aprender nada y a olvidarse de su vida, de toda su vida. Se le borraron los recuerdos y eso hizo que cada día fuera más triste que el anterior.
También le pasó que se olvidó de que tenía que comer o de que tenía que dormir y lo último que le ha pasado es que se le ha olvidado cómo se come y cómo se duerme...ah!! también le pasa que vienen personas a casa que no reconoce, como la mujer que le sonríe y que le besa.

La  semana pasada la hija de Dario vino a Tagore y nos dijo que estaba agotada y que no sabía cuánto más iba a poder aguantar. Que necesitaba un lugar donde  ingresarle porque él cada día demanda más atención y ella ya no sabe cómo tiene que cuidarle. Después lloró mucho rato y tras una conversación larga larga con una de las responsables de la residencia y la visita a las instalaciones, se quedo mucho más tranquila.

Creo que la semana que viene Dario vendrá y se quedará con nosotros. Le sentarán encima de mi y yo le llevaré a una habitación confortable donde se encuentre como en su casa.  Su hija vendrá a verle cada día y pasarán la tarde juntos pero cuando llegue la noche, se podrá ir a casa a descansar...

Se estima que en España entre 450.000 y 500.000 personas sufren de alzheimer.
Desde hace años se están creando numerosas asociaciones de familiares de enfermos de alzheimer y otras demencias que trabajan por la atención de los enfermos pero también, por la atención y formación de los cuidadores ya que sin duda, es una labor ardua y para muchos, dolorosa.

Tienen, sobre todo la segunda, muchisima información acerca de la enfermedad que os ayudará a entenderla un poco mejor.

Para despedirme os dejo con una viñeta que seguro os dibujará una sonrisa

!hasta pronto!